miércoles, 12 de mayo de 2010

Y no escribí el libro

Dos, tres, cuatro, cinco, seis... nueve, diez, once y doce. Listo. Creo que el Rivotril tiene un efecto placebo que hace efecto inmediatamente: una vez que saboreo la dosis de gotas que me tocan, con delicioso pero extraño sabor entre dulce y amargo, soy capaz de cosas insospechadas: de bañarme, por ejemplo, o de escribir.
Lo del libro fracasó. Confieso que pensaba hacerme rica (muy rica) escribiendo algo así como una novela o qué sé yo. Sin embargo me había motivado más la lectura de El Secreto y libros por el estilo, a los cuales acudo cuando ni el Prozac, ni el Zolof, ni rezar bastan para volver a creer y tener esperanzas. El caso es que no estaba escribiendo con pasión, pero sí sin compasión con el lector y conmigo, desprovista de todas las cosas que han hecho de mis escritos algo más o menos agradable para quien los lee. Fue, también, porque muchos me dijeron que escribiera, que por malo que fuera, siempre y cuando lo escribiera yo, iba a ser bueno. Creo que la lección es, si puede llamársele así, no escribir por petición de nadie, ni impulsado por otra cosa que no sea el mero afán de escribir a conciencia o inconscientemente, si se quiere.
Alguien me dijo que debo adquirir la capacidad de escribir en la tercera persona del singular si quiero triunfar. La verdad es que he visto blogs bastante exitosos llenos de una terminología que me rehuso a emplear: la palabra "post", por ejemplo, me parece que acribilla a otras que tenemos en nuestra lengua y que son mucho más bonitas. Porque post, en español, es el prefijo que indica después. Tampoco entiendo por qué al fenómeno del Twitter se empeñan en llamarlo algo así como v. 2.o, o es lo que he entendido sin querer preguntar ni ahondar en la estupidez, con el perdón de quienes utilizan esos términos en sus entradas.
Yo, en todo caso, como le dije a un amigo en la madrugada del domingo, no ostento muchos títulos como para ponerme a pontificar sobre lo divino y lo humano. Ya llevo cuatro carreras a cuestas y ninguna la he terminado. No trabajo en ninguna facultad o instituto educativo, ni hay cartones que avalen mis perfiles en las redes sociales, en las cuales, distinto a tantos, no puedo decir, con las abreviaturas que tanto me chocan, que soy ing. (sic) ambientalista, lingüista o comerciante. A decir verdad, si bien soy ciudadana colombiana, no me gusta decir que lo soy, ni tampoco votante, demócrata, beligerante, pacifista, lo que sea por parecer interesante. Sólo puedo jactarme de cosas que ya pasaron de moda como que siempre voto por el Partido Liberal en honor a mis abuelos, nada más.
Por tanto, ¿qué se podrá decir en un libro? Creo que si bien no todo está dicho, hay ya personas destinadas a decir lo que falta, y no soy yo una de ellas.

2 comentarios:

  1. "Y no escribí el libro", Al menos no tenías un límite para hacerlo y cabe la posibilidad de que después quieras retomarlo, creo que mejor que nadie, sabes que un buen libro no se escribiría de la noche a la mañana y no lo digo por el hecho de que sea partidaría de que lo realices para levantarte el ego que al menos ati no hace falta. Si retomo lo que en otras ocasiones te he dicho, confirmaría que pido que escribas un libro por el solo hecho de disfrutar las líneas, no importando lo que escribas, entonces olvídalo.!
    Considero que si escribieras para ser rica perderías esa esencia que creo visualizar apesar de no ser amante de la lectura.

    Si decides no escribir un libro, a futuro crees que harías la revisión del escrito de otra persona?

    Saludos.

    PD. Las redes sociales de pronto apagan la vida real?, yo respondo: creo que no, creo que solo nos limitan.

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  2. No lo escriba, pero tampoco lo bote, quien sabe con que se encontrara a sus 60 de edad, talvez lo disfrute. lo termine o se ria y lo tire a la basura con desden.

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