jueves, 3 de febrero de 2011

Volver

Debía volver a escribir, ya se estaba volviendo imperativo. Perdonen si esta entrada no tiene la misma calidad de las anteriores, si es que acaso las anteriores tienen calidad alguna. La escritura, como la lectura, fueron atropelladas por la electricidad en el cerebro.
Hacía mucho que las entrañas me pedían que escribiera, que me vertiera en letras, que me expresara con caracteres. Lo intentaba, pero la mediocridad me invadía, o no, era la incapacidad, lo que llaman musa se había ido, eso que concatenaba las ideas con fluidez de repente se atascó.
Ahora que lo recuerdo, debo hacer una reseña sobre Juan Pablo para un portal del Medellín, porque él, como yo, y yo gracias a él, me volví hincha de ese equipo. Todo por un beso. Pero bueno, contaré esa historia donde corresponde, no acá, porque, además, me parece muy apresurado hablar con tan poco talento de una persona a la que amo tanto y que me merece las más impecables líneas de dolor, de duelo, de recuerdo.
Dejé los choques esos precisamente porque me estaban mermando en todo y robándome mis recuerdos más preciados, inclusive los más irrelevantes. Y de hecho, no me estaban ayudando a controlar la depresión pues, ¿cómo puede la energía eléctrica aminorar el dolor que causa el que aquel hombre que idolatro se hubiera quitado la vida? Y a ver, ¿qué podía hacer ella con respecto al desprecio que de repente empezó a sentir hacia mí mi máximo adalid político? No valía la pena entonces borrar los recuerdos que tenía de ellos para seguir añorándolos de todos modos. Mejor los añoro de verdad, es decir, recordando con dolor lo que ya no será. Si no, no sería añoranza, sino recuerdo vago y deprimente, nada más.
Una residente de psiquiatría me comentó que mis recuerdos y habilidades volverían, no todos, en seis meses. Sin embargo la doctora Irene, mi psiquiatra, con muchísima más experiencia, me dijo que si me lo proponía, si hacía esto que estoy haciendo, todo eso regresaría más pronto.
Obvio, yo no creo en musas. Creo en las neuronas que se queman con la luz, en los impulsos que hay dentro del cerebro, en lo que sea que radique todo eso que le da a uno la capacidad para escribir.
Además de todo eso, los electrochoques le quitaron el sabor al tinto (café) e hicieron que fumar no se sintiera igual. ¡Maldita sea! Eran las cosas que más disfrutaba hacer, y ahora, aunque lo hago, no es lo mismo. Pero bueno, yo me lo busqué.
Por lo pronto, tengo pensado, ahora sí, escribir un libro. Debo practicar porque, como dije, he perdido la costumbre, o más bien la habilidad.
Por lo pronto, es todo. Luego intentaré escribir con más soltura.

4 comentarios:

  1. Te demoraste, pero volviste, no con la misma fuerza, ni con los mismos sentimientos que te he leido antes, pero volviste y eso es lo que importa, no te quedaste en el limbo, no te dejaste perder, ni en el dolor, ni en las circunstancias. Ya te vere en todo tu esplendor en un par de textos mas, ya tendre ese libro en mis manos, en el momento que exista.

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  2. Como siempre mi admiración completa por la fuerza que tienes tú y tus palabras.

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  3. El desprendimiento cuesta demasiado, más aún cuando va de la mano con un amor que solamente quien lo vive lo intenta comprender.
    Hay algo en ti que logra ese interés en conservarlo no importando lo que el exterior influya, el escribir para ti ha sido una manera de lucir tu alma, a mi me gusta leerte, a veces no aplaudiendo el dolor que expresan las líneas.
    Hay que agradecer que lo logres, es tu espíritu de lucha y eso basta y sobra para esperar el libro, sé que así será.

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  4. Cuan facial o difícil halla resultado tu regreso, eso lo veremos después, por lo pronto pido permiso para decirte que te sigo leyendo sin ningún reparo. Tu libro te reencontrara y yo seguiré pendiente de leerte y releerte una y mil veces mas.

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