martes, 8 de marzo de 2016

Óyeme

Siéntete imprescindible, muñeca linda, porque lo eres. Que la Tierra, que yo soy la Tierra, en torno a ti gira, porque así es.
Siente que eres la persona más afortunada (y hermosa, mi cielo) y rica y poderosa, porque es verdad.
Y tú, y todas y ellos.
Yo, mi vida, que creí cada una de tus palabreas y, en este mundo desechable, tus videos, cargados ellos de cariño.
Sí me duele, claro está. ¿Me arrepiento? No.  Mentir se te da, como a todos, como a tantos, a cualquiera.
Amar, pese a las burlas, pese al dolor, pese al engaño, vale la pena.
Pierdo un poco de mi alma en cada respiro y en cada suspiro.
Pierdo algo de mi vida, de mis entrañas, con tu juego vanidoso.
Pero vale la pena.
Cada una de tus lágrimas, del corazón que desgarras, vale la pena.
Vivir vale la pena. Y sentir que un poco de la vida se me va, por ti, también.
Y cada sorbo de tequila y cada sorbo de aguardiente y cada peso que yo pierdo se justifica, y cada dolorcito en el pecho y cada arrugada en todo lo que soy, con la mano que empuñada en tus manos que le das a mi alma, y cada desvelo, cada mareo y terror, se justifican.
Hoy sé que solamente fui diversión, una especie de trofeo. Y sé que, en fin, corría el riesgo.
Pero ha valido la pena.
Sentir amor siempre vale la pena.
La ilusión, el deseo, la dicha, la euforia.
Aunque todo sea mentira vale la pena.
Porque lo que en ti es mentira, lo que es negación, ese desprecio, la frialdad, tu proceder y ese desdén, entiende, hoy son flores y son peras y son mangos y duraznos, mamoncillos, corozos. Flores, muchas, tantas, primavera.
Aurora, atardecer y zozobra.
Aguardiente y Rivotril.
Tú eres todo cuanto he sido, incluso el dolor al respirar.
Yo me alegro de haber sido un camino, un escaño, una noche, una más.
Prueba.
Compara.
Rompe cuantos corazones sean necesarios. Al final sé que estarás en otras y en todos ,y probablemente tus lágrimas falsas y tus palabras prefabeicadas y tus frases de ocasión para cada ocaso oportuno constituyan otra felicidad.
Sé, niña, sé tú, como la hiedra, como la hiel, como la hiel.
Y nunca crezcas y no madures y sé el veneno y sé el placer.
Yo te amo en tanto fuiste y yo te amo en tanto, ahora lo sé, no eres, así, nada de eso.


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