"Es una carta de amor que se lleva el viento pintado en mi voz, a ninguna parte, a ningún buzón..." Joan Manuel Serrat.
Amor:
Me escribiste por última vez el 19 de julio. El texto fue brevísimo, algo que sin contexto no representaría mayor cosa para quien lo lea. Yo, sin embargo, lo leo diario y detenidamente, a ver si dentro de esas letras puedo acaso encontrar algún indicio de que esto que siento es correspondido por ti.
Tú, por supuesto, no sabes que te amo, y tal vez yo no estoy muy segura de ello. A pesar de esta inseguridad, sí puedo decir que pienso en ti sistemáticamente, aunque te mentiría si te digo que lo hago a cada instante. Aún así, y aquí debería ir tu nombre para que el vocativo haga el efecto que requiero, siento que cuando me envías un mensajito me entusiasmo y siento que algo en el estómago empieza a subirme hasta la garganta, dibujándome una sonrisa que abarca el rostro entero. Y a ti te respondo solemne, diciendo sólo lo que hay que decir, pero aquí, dentro de mí, afloran las más bellas letras, sino es que, más bien, los más bellos pensamientos. Por supuesto que soy cursi, lo sé. Estoy oyendo a Mozart y me siento enamorada, ¿qué esperas? Los violines que interpretan al niño prodigio despiertan en mí una clase de inocencia que, junto lo que me haces sentir, se compara con la felicidad, y entonces no me importa cuán lejos estemos el uno del otro, ni cuánto tiempo habré de esperar para volver a verte, pero el sólo hecho de conjugar la música con lo que me provocas, hace que quiera esperarte mil años sin estar o pensar en alguien distinto a ti.
Quise decirte que por supuesto que miro tus fotos detalladamente, minuciosamente, al menos hasta el punto en que es posible por medio de la resolución que admite el Facebook. Que como ahora no tengo manera de viajar hasta ese país ni atravesar el Atlántico, sí he estado esforzándome para que cuando vengas me encuentres más linda que nunca y entonces seas tú quien decida, si tengo suerte, llevar a cabo una relación conmigo porque, ya me lo han advertido, si yo me adelanto no es bueno y puedo salir perdiendo, aunque si por mí fuera, ya te habría dicho todo lo que escribo cuando no te escribo, aunque al final seas tú ese destinatario anónimo que nunca recibirá las palabras que realmente te pertenecen.
Creo que aún nos es difícil a nosotras ser mujeres a pesar del siglo en que vivimos. No está bien visto que yo te diga lo que siento, aunque me queme por dentro, aunque no desee otra cosa que estar contigo. Si lo hago, cometería la estupidez de perder tu amistad, porque es que, además, yo no estoy muy segura de tus sentimientos, los cuales se pueden ver afectados hacia mí si de algún modo te insinúo todo lo que aquí estoy plasmando. Y lo plasmo para el mundo o para el reducido círculo de lectores que tiene este blog porque, creo, puedo al menos desahogarme y sacar del alma este ¿amor? tranquilo que me haces sentir.
No quería acostarme sin decírtelo.
Besito.