lunes, 29 de septiembre de 2008

Human Flesh

Feed a Child with just a Click!

Suena muy bonito. Para quienes no leen inglés o no lo entienden, significa: alimenta a un niño con sólo dar clic. Este es un grupo al que me han invitado innumerables veces en Facebook y al que me rehúso a unirme porque, al entrar allí, sólo siento indignación. Un niño del África, somalí -es que ya es tan extrema la hambruna en Somalia, que a los flacos nos dicen somalíes, inclusive a quienes padecen de anorexia, y un gentilicio, de repente, se volvió también un adjetivo... asumo, pues, que es un niño somalí el que representa al grupo, o su imagen. Ya en los huesos, con moscas alrededor, cabisbajo, triste, esquelético, quizá muerto, ha logrado que este sea uno de los grupos con más miembros dentro de este nuevo fenómeno de la comunicación. Muchos ni siquiera hablan el inglés, pero ahí están, porque sumarse a un grupo es muy fácil, más cuando una imagen tan desgarradora es la que los representa como esa comunidad que al dar un clic alimenta al niño.
¡Atroz! Es realmente deleznable y desde todo punto de vista lamentable que para atraer la atención de la gente imágenes de ese tipo tengan que ser utilizadas (si mal no estoy, esta de la que hablo tiene un premio).
También recuerdo cuando asesinaron a Sadam Hussein. Creo que ningún video fue más visto en YouTube, ni más enviado por correo electrónico, ni más capturado por otros medios impresos y televisivos para darnos el espectáculo de Año Nuevo, tal y como en tiempos de bárbaras naciones, convidándonos a ver cómo muere un hombre ahorcado, haciéndonos olvidar de la condición humana, echando mano de todos los defectos que como ser humano tuvo para así redimirnos de algo que no tiene redención, y es el espectáculo del linchamiento, el goce que se siente al oír gritar, bendecir, maldecir y dar el último suspiro. ¿Acaso se nos olvidó que la muerte tiene algo de sacro, de pulcro, de personal? ¿Por qué, de repente, en esta era moderna y técnica, nos dio por hacer de los asesinados en combate o en santa paz un trofeo de guerra, de hambruna, de miseria?
Yo, criada dentro de la fe católica, bautizada y con mi primera comunión encima, desde muy pequeña le tenía pánico entrar a las iglesias. Me daba pánico ver a Jesús crucificado, sangrando por todo lo que de su cuerpo quedó, ver los clavos en sus manos, las espinas en su cabeza, sus pies martillados tantas veces por quienes quisieron revivir su pasión, matándolo en cada semblanza, en cada fresco, en cada estatua o altar. Al momento de recibir la comunión y enterarme de que me estaba tragando su cuerpo, me sentí tan caníbal como Hannibal Lecter, y no porque ahora demerite lo que el rito tiene de suyo, pero es que con el cuerpo de Cristo ya han hecho más que con el de cualquier prostituta, y, lo que es peor, con el cuerpo de un Cristo ya muerto, acrivillado, humillado, escupido, maltratado y con hiel.
Así mismo, y creo que eso les viene de lo mucho que aprendieron de Roma (el circo), para evitar el aborto, envían mensajes en cadena con videos que no sé de dónde y para qué los sacan de fetos perdiendo las extremidades, hasta que de ellos ya no queda más que un útero vacío, y a mí no sé ya qué cosa se me hace más repugnante y atroz, si ver esos videos completos, el aborto en sí o la crueldad y el dolo utilizado por los feligreses que están en contra de este para evitarlo.
Ahora, cuando retomo este escrito después de nueve meses, el niño moribundo del África tiene ya un grupo en español. Cinco son los amigos míos que se le han unido, y cinco las invitaciones que he recibido para pertenecer a este grupo que nos evade de toda responsabilidad, porque, ¿para qué habré de ser más compasiva si ya me uní a este grupo? Y quienes lo hacen, o lo hacen convencidos de que están ayudando, o llenos de lástima se vuelven miembros de él para no cargar con la culpa del hambre que azota a la niñez en el mundo.
Repito que es lamentable, y más que eso, lastimero, saber que la gente se motiva a participar en estas cosas mientras más crueles sean las imágenes y más estúpida la causa. Sé por experiencia que cuando uno se suma a esos grupos en Facebook lo hace más por demostrar a qué cosas se adhiere uno y a cuáles es adepto que para apoyar realmente, o, si es del caso, querer demostrarle a la sociedad cibernética que tal grupo es más numeroso que otro, porque por supuesto que el clic que yo dé en donde sea no alimentará jamás, y mucho menos nutrirá completamente a un pobre niño que lleva meses sin comer y ya con su pequeño organismo dañado por esto.
¿En eso se nos convirtió la compasión? ¿en dar un clic en un grupo que nada tiene que ver con esos otros que pretenden acallar las carencias alimentarias sólo para no sentirnos tan mal? ¿la solidaridad se volvió en ser alguien más, de un montón, para creer sabiendo que no es verdad que se le está ayudando a ese niño? Reitero: esto es de lástima. Crear un grupo dentro de esa red social, también lo sé porque lo he hecho, es lo más fácil que hay. Sólo basta con darle un nombre, rellenar unos cuantos cajones y listo, sube uno la foto y ya existe el dichoso grupo, o la causa, o lo que sea. Unirse es todavía más fácil, pues, en este caso, sí se está a un sólo clic de ello, ni siquiera de dos. ¿Y ya con eso alimentarán al niño? Qué ingenuos y qué crueles, qué morbosos y qué caníbales, qué imbéciles en resumidas cuentas.

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