Sin embargo, creo que es más interesante con este porque fue de lo que tomé aquella espantosa vez que me provocó vómitos y calambres. Estoy dispuesta a sentirlos de nuevo si es necesario, hasta que el organismo se acostumbre y se cure de este penoso mal que me aqueja, y que pareciera que piensa aquejarme si yo se lo permito.
No creo, además, que agregarle un elemento a mi tediosa rutina diaria me venga mal. Nada más saludable, quisiera agregar, que un hígado y un organismo bien educados para ingerir alcohol en grandes cantidades, así digan lo que digan los que tengan que decir algo al respecto de modo contrario.
Y es que creo que esto de beber es como el deporte. A medida que se deja de hacer, el cuerpo va perdiendo acondicionamiento y aptitudes, se cansa, vomita, patalea, le dan resacas, entre miles y miles de cosas que puedo enumerar de cuando no me excedo debidamente.
Alguna vez escribí que la gente no se moría por estar bebiendo. La gente bebe porque se está muriendo. Simplemente la vida es asfixiante, y más lo es en sobriedad... bueno, aquella vez me quedó mejor que esta, pero ya se me perdió y no creo poder recuperarla, estaba en un blog que borré en medio de una resaca tremenda y olvidé guardar las cosas que verdaderamente valían la pena. Lo importante ahora es la idea. Y recalcar que aquella resaca era moral, no por bebida.
Yo no puedo vivir sin beber porque, además, las canciones de Chavela Vargas no tendrían sabor. De hecho, Chavela dejó de tragarse el alma al cantar una vez que dejó de beber, y tengo pruebas auditivas para demostrarlo. Muchos se lo atribuyen a su edad, pero se equivocan. Chavela cantaba mucho mejor borracha que en sus "cinco sentidos" (es que, cuando se bebe, se alcanzan como dos o tres más), tenía más sentimiento, era más afinada. Y en cuanto al sabor de sus rancheras, es cosa que sólo degusta el paladar con más de dos copas de cualquier licor.
Bueno, ya llevo dos vasos del elíxir azul que describí al principio y estoy bien. Espero poder continuar sin contratiempos, porque así sea a pesar de ellos, seguiré intentando beber hasta que logre aguantar tomarme, al menos, una botella entera de vodka o tequila pudiéndome quedar parada y sin tener dolor de cabeza al otro día.
Lo demás, aquellos problemas que me aquejan y que no pueden arreglar ni el alcohol, ni los cigarrillos, se perderán en el olvido del fondo de una botella.
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