Estaba pensando que la derecha es todo lo opuesto a la energía y a la evolución: la derecha se creó, no se destruye y jamás se transforma. O no, porque la derecha por sí misma no es nada, hablemos entonces del ideario político y de quienes lo practican.
En Colombia, por ejemplo, el totalitarismo que unánimemente nos quieren proponer las mayorías ha llegado a tal extremo, que quienes somos de izquierda hemos optado por resignarnos y preferir una extrema derecha bien estructurada y decente, como el caso de Germán Vargas Lleras, o una derecha moderada, como la del profesor Antanas Mockus. Y es que, como decía alguien en una de las redes sociales que frecuento, el temor que lograron generar entre Hugo Chávez y Álvaro Uribe sobre la posibilidad de un gobierno de izquierda (ni siquiera totalitaria) es tal en Colombia y en otros países, que los empresarios y la gente más poderosa, sabemos, han hecho y harán lo imposible para evitar que algo distinto a lo que ellos representan llegue a gobernarnos. Esto fue lo que claramente sucedió en México con el caso de Andrés Manuel López Obrador (documental).
En el caso de éste, recuerdo haber sentido profunda admiración por él cuando se desempeñaba como jefe de gobierno -alcalde- de la Ciudad de México, y también durante su trayectoria como candidato a la presidencia. De repente, sin darme cuenta, empecé a odiarlo... es que ver Televisa, como dijo Carlos Monsiváis, te idiotiza. No sé en qué momento empecé a verlo como un lunático demente que sólo ambicionaba sin medida el poder. Tal vez sea porque, tanto aquí como allá, nuestros medios de comunicación, siempre al servicio de quien está en el poder y viceversa, se han dedicado a desdibujar a personajes adversos a ellos con toda la parsimonia del caso. Claro que decir desdibujar de por sí es un eufemismo, porque la palabra más precisa sería satanizar; los satanizan desmoralizándonos, menoscabando nuestro espíritu, medrando nuestro ser. Su propaganda es muy útil porque me atrevo a decir que cualquier persona es vulnerable de caer en sus trampas. Cualquiera. En mi caso, no he llegado a detestar a Piedad Córdoba porque es una persona a la que conozco plenamente: sus ideales políticos y éticos distan bastante de lo que los medios colombianos y las personas devotas del presidente Uribe quieren presentarnos como una realidad.
Hugo Chávez, por su parte, desacredita a sus opositores, los insulta, se burla de ellos, los degrada y los humilla, cuando no es que les expropia sus pertenencias o los mete presos. Eso es derecha; derecha extrema. Como es derecha lo que hay en Cuba y eso que hubo en Rusia. Para esta gente, como dije en un principio, las cosas, los conceptos, la verdad, son estáticos. En el caso de Rusia, basta con mencionar que, al igual que en Cuba, sólo es verdad lo que ellos interpretaron de Marx y de los ideólogos que vilmente tergiversaron y utilizaron para sus fines. Cualquier producto o pensamiento disímil es castigado con la cárcel u otros métodos ominosos para degradar al ser humano. Lo que sucede en Venezuela, por otro lado, es más ridículo porque el Comandante pretende hacer para sí un Bolívar socialista (por algún motivo le tiene miedo a la palabra comunista) acorde a sus disparates y caprichos; para él, erigir estatuas de asesinos consumados es hacer la revolución. Cree que matar en nombre del antiimperialismo no es matar, que son héroes todos los que, como Guevara, acribillaron y terminaron acribillados en nombre de revoluciones que en todos los casos terminaron por traicionar la voluntad del pueblo, atropellándoles sus derechos más básicos.
Los daños colaterales inconmensurables que generan gobiernos de este tipo terminan por afectar a personas como López Obrador, Mockus y otros líderes que representan alternativas en América Latina. Para personas como Uribe y Ardilla Lüle, Carlos Salinas de Gortai, Emilio Azcárraga y Ricardo Salinas Pliego resultan siendo sumamente útiles este tipo de personajes. Claro, para ellos y sus propagandistas. En su obstinamiento por no dejar el poder acuden a la propaganda negra, a la calumnia, al abuso de la palabra terrorista, eso ya se sabe; pero aunque se sepa, nunca dejará de ser repugnante, y uno tiene que repetírselo para no ir a caer en sus juegos, por pura salud mental. Así, Venezuela se ha convertido en el paradigma para espantar a todo aquel que alguna vez tuvo la intención de votar por determinado candidato sólo porque al oficialismo se le ocurrió vincularlo con Hugo Rafael, Sadam Husein, sepa quién más, termina por "reflexionar" y cambiar de opinión. Del mismo modo Chávez utiliza a Uribe, a Bush, a Calderón para descalificar a cualquiera que pueda competirle en una contienda electoral.
El poder de ellos radica, más que nada, en las mayorías que los apoyan y les creen; abusan de su popularidad, y así como erigen estatuas de libertadores y revolucionarios, también edifican demonios para espantar cualquier tipo de adversario.
Algo tiene que suceder en América Latina. Así como nosotros necesitamos una derecha de transición que permita a la oposición hacerla dignamente, sin el miedo de ser perseguida y espiada, amenazada y amordazada, en Venezuela van a necesitar algo que se les parezca a lo que Chávez llama izquierda para poder llegar a un asomo de la muy utilizada pero jamás practicada palabra democracia.
enessnu
ResponderEliminarPara hacer derecha e izquierda es preciso que entre todos seamos capaces de apelar a la palabra y pensar en la construcción de discursos que nombren el mundo y propongan acciones para hacer las transformaciones que soñamos.Este es un esfuerzo por la palabra
ResponderEliminarNecesite mi derecha para identificarme Zurdo y de izquierda. me gusto mucho la lectura, que bueno cruzarme en el camino de tus palabras.
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