Siempre he querido llevar eso de la sublimación y la proyección a algo más sublime y menos visceral. Qué sé yo, hacer sonetos, fabular, llegar a la ficción en vez de exponerme como me expongo aquí, casi desnuda, para que me escupan, para que me humillen.
Si de algo ha servido este blog es para inventariar cada una de las cosas dolorosas, miserables y grotescas de mí. Debería eliminarlo, o he pensado bastante en hacerlo.
Lo que pasa es que a lo único que aprendí yo, fue a poner las tildes y las comas donde eran, nada más. Y los puntos y esas cosas. Me atormenta y me frustra mucho no saber escribir como el narrador ubicuo y omnisciente de la tercera persona, excluirme de lo que cuento, y entonces me encuentro con mucho desprevenido que, sin saber de literatura, solamente porque escribo siempre hablando de mí, me compara con Fernando Vallejo. Pero Vallejo es más estructurado, Vallejo tiene ritmo, Vallejo logra que un grupo de loros que aprendieron a decir hijueputa al unísono vayan e insulten a gente que él detesta. Yo hasta esas cosas tan magistrales no llego. Y no es que el señor sea mi escritor de cabecera, pero, pobrecito.
A mí, además, se me acabó el odio. Y ya, por el contrario, quisiera excusarme con tantas personas a las que he ofendido, tanto por este medio, como por el periódico El Mundo y otros espacios en los que he escrito. Pienso inclusive en que pude llegar a maltratar a la mujer de Juan Pablo, la última que tuvo, por haber escrito que lo lloré y lo amé o amo tanto.
Quisiera excusarme por cada letra que he puesto acá, por los ensayos y discursos de la época del colegio, por los correos electrónicos enviados desde 1998, por los mensajes directos y privados de Facebook y Twitter, por los comentarios que dejé alguna vez en foros y blogs... por mi pésima manera de expresarme, pero especialmente, por las cosas tan patéticas que he dicho.
Y no me malinterpreten. Yo sigo creyendo que Piedad Córdoba es lo máximo en política, sigo pensando que el comunismo es el mejor sistema, que México es el mejor país del mundo y todas esas cosas que conocen de mí. Reniego es de mi forma de manifestarlo, que es escribiendo. Reniego de cómo he escrito "te amo", "te quiero", "te odio".
De todos modos, ¿qué hago? Si finalmente, sólo sé escribir.
Si cierras el blog, te tocará abrir uno más...
ResponderEliminarA veces cada falta deliberada ayuda a que se de un paso atrás en el camino, entorpecer la acción del Espíritu en el alma, con lo que hoy leo, resulta ser lo contrario gracias a Dios.
¿El escritor debe evitar que lo absorba el personaje cuando no se trata de una biografía?
¿Por qué en las casillas de calificación no hay una opción negativa?
ResponderEliminarQuería poner "Regular", pero no lo encontré. Eso es muy irregular.
:)
Me gusta el blog.
Que no se te ocurra cerrar el Blog en el preciso instante en el que estoy conociendo y aprendiendo de él o de ti.Como sea, pero en realidad creo que ya no hay nada que hacer, por lo menos NO cerrarlo...
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